En 1998, comencé a tomar clases de pintura al pastel. Después de cinco años, decidí probar con el acrílico, y desde entonces, sigo enamorada de esta técnica. Me ha permitido disfrutar del color, las texturas y todo lo relacionado con la expresión artística. Mis obras, a pesar de ser realistas, están impregnadas de la magia del color y la imaginación. Actualmente, intento adentrarme un poco más en el arte abstracto, buscando siempre reflejar las maravillas de la vida que nos rodea.